El grial de Seiko
Hace tiempo que no hablo de relojería japonesa y si sois asiduos al Podcast, seguramente sabéis que me gustan mucho. Al final los tres tenemos nuestras cosillas jajaja.
El reloj en concreto que me gustaría tratar es considerado por muchos como uno de los griales de Seiko vintage, el Seiko 5718-8000. Un crono mecánico de 1964 con un odómetro de dos dígitos a las 12 h, accionado por dos pulsadores en el lado izquierdo de la carrura. Se produjo únicamente para los Juegos Olímpicos de Tokio de ese año y se vendió solo en la Villa Olímpica durante el evento a un precio superior que el de un Rolex Submariner de la época, de ahí su aura histórica y su producción tan limitada.
En cuanto a su diseño y funcionamiento, el reloj cuenta con cuatro pulsadores, los dos de la derecha controlan el crono (iniciar/parar y puesta a cero) mientras que los dos de la izquierda actúan sobre el contador de dos dígitos de las 12 h, es decir el odómetro (superior = unidades; inferior = decenas). Para ello, la gente de Seiko se inspiraron en previos contadores de los cronos de mano y recurrieron a un sistema aditivo que tras llegar a 99, vuelve a cero, pensado para contar vueltas, puntos o series.
En algunas publicaciones de marketing de la época, se hace referencia a que el odómetro se puede usar como fecha, pero… no se no termino de verlo, algo incómodo y un proceso demasiado manual.
Y para finalizar este apartado, a las 6 hay una subesfera con dos agujas apiladas, que son el pequeño segundero y minutero del crono encima, un diseño inusual en Seiko.
No hay cifra oficial de cuantos se llegaron a producir sin embargo las estimaciones sitúan la producción total entre 50 y 100 unidades. Yo personalmente me inclino más por un número cercano a las 100, ya que a día de hoy solo se conocen menos de 30 ejemplares en todo el mundo.
Este reloj se torna fascinante para aficionados a la marca, a los juegos olímpicos, a la historia japonesa… y eso es porque un solo reloj es capaz de aunar innovación de uso real en un módulo que nunca se ha repetido, iconografía olímpica (visible en su trasera con el grabado de la antorcha) y el relato de Tokio 64 como puesta de largo de Seiko ante el mundo. Ya que los Juegos de 1964 fueron el escaparate de la reconstrucción tecnológica de Japón y el momento en que Seiko se proyectó al mundo como cronometrador oficial con una enorme inversión en relojería deportiva.