Praesidus A-11 Service Watch: el regreso del “reloj que ganó la guerra”
Hay relojes que nacen para impresionar. Otros, como el A-11, nacen para cumplir una función, y lo hacen tan bien que acaban convirtiéndose en iconos. El Praesidus A-11 es una reinterpretación moderna, cuidada y respetuosa del reloj militar que marcó el pulso de la Segunda Guerra Mundial. Y como todo buen reloj militar, no busca complicarse, busca funcionar. Y lo hace de maravilla.
Pero antes de entrar en detalle en el Praesidus A-11, vale la pena detenernos a entender la historia de los relojes militares y, especialmente, el reloj que inspiró esta pieza: el A-11 original, uno de los modelos más emblemáticos jamás usados en combate.
Relojes militares: herramientas que hicieron historia
El reloj de pulsera, tal como lo entendemos hoy, no nació como un accesorio de lujo ni como una declaración de estilo o estatus. Su origen, por el contrario, está ligado más que a cualquier otra cosa a la necesidad militar.
Durante el siglo XIX, la mayoría de los relojes eran de bolsillo, y su uso estaba reservado a las clases altas. Sin embargo, a medida que las guerras se volvían más complejas y las operaciones más coordinadas, el tiempo pasó a ser una herramienta estratégica.
Fue principalmente durante la Primera Guerra Mundial (1914–1918) cuando los relojes de pulsera comenzaron a popularizarse en los ejércitos. Los soldados necesitaban ver la hora rápidamente, sin tener que sacar un reloj del bolsillo mientras sostenían el fusil o se desplazaban entre trincheras. Las primeras soluciones fueron rudimentarias: se les colocaban asas de alambre a relojes de bolsillo pequeños y se los aseguraba con correas de tela o cuero. Estos fueron los llamados trench watches (relojes de trinchera).
Terminada la Gran Guerra, los relojes de pulsera ya eran un estándar militar. Pero aún no existía una norma o especificación común ni un modelo universal. Cada país y cada rama del ejército tenía sus propios proveedores, diseños y criterios.
Durante los años 20 y 30, los avances tecnológicos (como mejores calibres, cajas más herméticas y luminiscencia más segura) permitieron que los relojes militares fueran más fiables, pero seguían siendo bastante diversos. Fue en esa época cuando empezaron a aparecer requisitos más formales, especialmente en ejércitos como el británico (con sus GS watches o General Service) y el estadounidense.
También las correas fueron sujeto de una nueva normativa y especificaciones concretas para poder ser usados en combate, dando lugar a iconos como los NATO straps (puedes leer todo sobre estos Aquí)
Segunda guerra mundial: el auge de los relojes militares
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, el reloj se volvió una herramienta de precisión tan importante como el fusil o la brújula. Ya no se trataba solo de tener un reloj robusto: ahora hacía falta estandarizar modelos, garantizar calidad y producir a escala industrial para poder servir a todos los soldados que fuesen a combatir.
En ese escenario, distintos países desarrollaron sus propios estándares militares. En el Reino Unido, el Ministerio de Defensa encargó a doce marcas (entre ellas Longines, Omega, IWC o Jaeger-LeCoultre) la producción de relojes bajo una especificación común, los conocidos como “Dirty Dozen”. Estos relojes tenían cajas de acero, segundero pequeño, marcación W.W.W. en la tapa trasera (Watch, Wrist, Waterproof) y eran asignados a oficiales del ejército británico.
Pero mientras los Dirty Dozen fueron relativamente exclusivos y de producción más limitada (se estima que se fabricaron unos 150mil), en Estados Unidos se optó por un enfoque más masivo y estandarizado. Así nació el A-11, un reloj mucho más austero y simplificado, pero también más ampliamente distribuido (se estima que se fabricaron más de un millón de piezas de esta unidad). Su objetivo era claro: dotar a las tropas aliadas, desde paracaidistas hasta pilotos de bombarderos, con una herramienta fiable, legible y producida a gran escala. Probablemente, ningún otro reloj fue usado en más frentes y por más soldados durante la guerra.
El A-11 original: el reloj que ganó la guerra
El A-11 no es solo otro reloj militar; es considerado por muchos como el primer reloj de pulsera verdaderamente estandarizado del ejército estadounidense y el más emblemático de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, expertos lo bautizaron como “el reloj que ganó la guerra”, y no es exagerado.
Durante el conflicto, las fuerzas aliadas necesitaban relojes de dotación que fueran precisos, resistentes y extremadamente legibles, tanto para infantería como para aviadores. Aunque durante la Segunda Guerra Mundial se produjeron muchos modelos de relojes militares en Estados Unidos, el A-11 se ha convertido en el más emblemático de todos. Estos relojes fueron producidos por Elgin, Bulova, Waltham y Hamilton, y fueron emitidos a las fuerzas aliadas, no solo en EE. UU., sino también para la Royal Air Force entre otras.
El A-11 no era tanto un modelo como una especificación técnica estandarizada desarrollada por el US Army Ordenance Department. Antes de su implementación formal en 1942, los relojes de dotación americanos solían tener esferas blancas, pero a partir de ese momento se estableció un diseño claro: esfera negra con numerales blancos, mayor contraste y mejor legibilidad en combate.
Requisitos clave del estándar A-11:
Movimiento de cuerda manual con parada de segundero (hacking) y segundero central para una mayor precisión en la sincronización.
Mínimo de 15 rubíes, aunque muchos calibres (como el Elgin 539 o el Bulova 10AK CSH) sumaban uno más al añadir el segundero central
Caja de 32 mm, de latón cromado o níquel, lug-to-lug de 39mm y asas perforadas
Cristal acrílico "irrompible" (según la especificación original)
Escala de minutos completa (tipo railroad track).
Agujas de Bastón o catedral, con o sin lume.
Corona ranurada de fácil agarre
Correas de lona verde oliva, de una o dos piezas
Algunos modelos incluso contaban con cajas resistentes al polvo o al agua, con variaciones en el bisel (liso o con textura). La US Navy llegó a solicitar una versión totalmente luminosa (referenciada como FSSC 88-W-800). Además de su diseño funcional, lo que distingue al A-11 es la robustez del conjunto. A pesar de su tamaño, era un reloj de alto grado y calidad, fácil de reparar y mantener.
¿Y qué rol juega Praesidus en medio de todo esto?
Praesidus es una marca nacida en Estados Unidos con una misión muy clara: revivir la relojería militar clásica americana desde una perspectiva contemporánea y accesible. Fundada por un grupo de apasionados por la historia bélica y la relojería funcional, la marca se inspira directamente en los relojes de dotación que acompañaron a soldados, pilotos y paracaidistas principalmente durante la Segunda Guerra Mundial.
Su origen se vincula a un proyecto de homenaje al veterano Tom Rice, miembro de la 101ª División Aerotransportada, quien perdió su reloj durante el salto en Normandía. A partir de ese evento, Praesidus comenzó a construir un catálogo centrado en relojes de inspiración histórica, reinterpretando modelos como el A-11, el Type 44 o el Rec Spec.
Además, consistentes con su propósito, la marca colabora activamente con asociaciones de veteranos, destinando el 5% de cada venta a organizaciones que brindan apoyo a excombatientes y sus comunidades. Una de sus colaboraciones más destacadas es con la Round Canopy Parachuting Team USA Foundation (RCPT-USA) apoyando directamente su misión: honrar a los paracaidistas aliados de la Segunda Guerra Mundial reviviendo su espíritu mediante saltos con paracaídas, preservando sus historias y fomentando el compañerismo con quienes siguen sus pasos.
El Praesidus A-11: tres razones para no quitárselo de la muñeca
Después de llevar el Praesidus A-11 durante varios días, puedo decir que hay muchas cosas que me han gustado. Pero voy a centrar mi análisis en 3 puntos: el dial, la caja y el calibre. Cada uno tiene detalles que marcan la diferencia y que, honestamente, no esperaba encontrar en un reloj de este rango de precio.
1. Un dial minimalista y que respira historia: No hay logotipo, no hay texto superfluo, ni tampoco hay fechas o complicaciones que molesten. Solo numerales árabes blancos bien proporcionados, perfectamente legibles sobre un fondo negro mate, y una escala de minutos tipo “railroad track” que aporta la precisión visual buscada en la época sin recargar.
Las agujas tipo catedral están bien ejecutadas. No tienen un lume espectacular, pero sí suficiente para consultar la hora en condiciones de baja luz. Me gusta especialmente cómo todo el conjunto respeta el concepto original del A-11 histórico, sin forzar una estética o patina artificialmente envejecida ni añadirle “vintage” donde no lo necesita.
2. Una caja redondeada, cómoda y con más acabados de lo que parece: La caja de 38 mm (en mi caso, como siempre, elegí la más pequeña) me ha sorprendido tanto por su comodidad como por la atención al detalle. Tiene una forma bastante redondeada, sin aristas marcadas, que recuerda mucho a los relojes de dotación reales.
Pero lo que más me ha gustado son los pulidos. A parte de un pulido mate tipo “grano” maravilloso en toda la caja, a diferencia de la mayoría de relojes, las asas tienen pulidos tipo espejo en su parte superior que contrasta bastante con el resto del reloj. Es uno de esos detalles que destacan desde el primer vistazo.
El cristal de zafiro abombado encaja perfectamente con esa estética retro, pero ofrece la resistencia que uno espera hoy. Tiene un efecto visual muy bonito, que deforma ligeramente los índices cuando lo ves en ángulo.
3. Calibre Seiko NH35: No hay mucho misterio aquí, solo fiabilidad. El Praesidus A-11 monta un movimiento automático Seiko NH35, que es una garantía a nivel de mantenimiento y robustez. Tiene remonte manual, parada de segundero y un rendimiento más que suficiente para un reloj de uso diario.
Para muchos entusiastas, este calibre es una elección conservadora. Pero en este caso, tiene todo el sentido del mundo: mantiene el precio contenido (295$), es fácil de reparar y se comporta de forma más que correcta. Al fin y al cabo encaja perfectamente con el concepto original de estos relojes militares: funcionales y producidos en masa.
Conclusión: un reloj que honra sus origenes, sin florituras
El Praesidus A-11 no es un homenaje o un remake cualquiera. Es una pieza bien construida, que respeta los códigos del reloj original sin disfrazarlos de falso lujo, desgaste o vintageness, ni sobrediseñarlos.
No busca competir en acabados, ni en movimiento, ni en exclusividad. Busca transmitir una historia real, como la marca que lo produce. Y en ese sentido, lo consigue.
Para quien busque un reloj con historia, con coherencia y con ese diseño que no ha pasado de moda porque nunca fue una moda, el A-11 de Praesidus es una opción más que acertada.