Los Worldtimers: de sus orígenes a dos grandes opciones actuales

Siguiendo con la serie de artículos donde repasamos complicaciones clásicas y tipos de relojes con historia, hoy toca hablar de una de las más útiles y románticas a la vez: el worldtimer.

Los relojes con función worldtimer nacen de una necesidad muy concreta: saber la hora en varias partes del mundo de un solo vistazo. Su origen se remonta a los años 30, cuando el maestro relojero suizo Louis Cottier desarrolló un mecanismo que permitía mostrar las 24 zonas horarias principales simultáneamente. Este tipo de relojes fue adoptado rápidamente por viajeros frecuentes, empresarios internacionales y, cómo no, por las compañías aéreas en plena era dorada de la aviación comercial.

El diseño clásico de un worldtimer se caracteriza por un disco externo con los nombres de las ciudades y un disco interior o anillo horario que rota o se ajusta para alinear la hora local con el resto de zonas. Es una complicación que mezcla funcionalidad pura con un toque de romanticismo global. Y aunque existen variantes más simples, como los GMT, el worldtimer sigue siendo el icono absoluto de la relojería pensada para quienes cruzan husos horarios con regularidad… o simplemente sueñan con hacerlo.

Aunque tradicionalmente los relojes worldtimer han sido relojes caros, por la complejidad del mecanismo y su carácter más exclusivo, lanzados en sus inicios por marcas como Patek Philippe o Vacheron Constantin, en este artículo voy a repasar dos de las mejores opciones que puedes encontrar ahí fuera si buscas esta complicación a un precio razonable: el Nomos Zürich Weltzeit Campus Blue y el Farer World Timer Roche 2. Ambos están bien ejecutados y comparten esfera azul, pero tienen diseños muy distintos y ofrecen formas muy diferentes de entender una misma función.

Nomos Club Campus neomatik WordTimer: sencillez Nomos con vocación internacional

El Nomos Club Campus neomatik Worldtimer es una de esas ediciones que no pasan desapercibidas, tanto es así que este año es uno de los candidatos más sólidos a la Petite Aiguille en los prestigiosos premios GPHG (Gran Prix d’Horlogerie de Genève).

Porque sí, tiene la estética limpia y minimalista de Nomos, y sí, pertenece a la línea más juvenil y relajada de la marca, pero esconde una complicación poco común en este segmento: un worldtimer discreto, sencillo y muy funcional.

En este caso no encontramos un anillo central de 24 horas sino que Nomos lo resuelve con un pequeño marcador rojo en la parte superior que indica la ciudad activa, y una subesfera a las tres con la hora de casa. Las agujas principales, marcan la hora local y todo se controla desde un pequeño botón a las 2 en punto, sin líos. Cuando lo apretamos, la aguja horaria simplemente avanza una hora y la ciudad en la ventanita superior cambia. No hay nada más cómodo para quien viaja entre distintas zonas horarias y no quiere tener que desenroscar una corona y cambiar la hora cada vez que baja de un avión.

La versión Campus Blue viene con una esfera azul tornasolada muy bien equilibrada, con ese aire casi académico que tiene toda la gama Club. Es sobria, pero no aburrida. Las agujas blancas y los índices contrastan perfecto, la lectura es clara, y el conjunto queda muy bien en muñeca. Dentro va el calibre DUW 5201, con el sistema swing de la propia Nomos: fiable, robusto, bien ajustado y con un acabado bonito para quien quiera verlo. Es un auténtico placer pulsar el botón y ver como la aguja horaria y el disco exterior rotan al mismo tiempo. Además, viene con corona roscada para asegurar hermeticidad y consigue meter todo en una caja de 40mm de diámetro y tan solo 9,9mm de grosor, una auténtica obra de ingeniería.

No es el típico worldtimer para mirar las 24 zonas a la vez. Es más bien un reloj para quien viaja entre dos o tres husos con frecuencia, o para quien simplemente quiere un Nomos distinto, con algo más de complicación, pero sin perder el estilo propio de la marca. En este caso, para hacerte con él deberás desembolsar 3.900€. Es una de las opciones más caras de la marca Nomos, pero al mismo tiempo un muy buen precio considerando su mecanismo, calidad y acabados.

Farer Roche 2: puro espíritu viajero británico

Frente a la sobriedad del Nomos, el Farer World Timer Roche 2 es algo más deportivo y divertido. Sin embargo, aquí sí tenemos una lectura clásica de worldtimer: anillo de 24 horas en el centro y disco externo con 24 ciudades (correspondientes a 24 zonas horarias), lo que lo convierte en una herramienta más clara si lo que se busca es orientación global rápida. Su caja de acero de 39 mm con asas cortas lo hace especialmente cómodo en la muñeca, a pesar de tener un grosor un poco mayor (11mm) que el NOMOS. La caja tiene unas terminaciones brutales, combinando el cepillado con el acabado espejo y hendiduras las partes laterales de la carrura.

También nos encontramos con una esfera azul texturizada pero en este caso acabada con un Guilloché Clous de Paris que cambia con la luz y detalla cada nivel con contrastes muy marcados, rodeando un mapamundi con contraste de azules en la parte central, que gira con el disco de las horas. Todo esto está terminado con aplicación de SuperLumiNova en los discos principales, los índices y las agujas, entregando horas y horas de visibilidad en la oscuridad. Realmente uno de los mejores lumen que he visto en mucho tiempo.

El Farer WorldTimer está basado en un calibre automático suizo modificado (Sellita SW330-1), el movimiento es robusto, fiable y fácil de mantener. También destaca por su facilidad de uso: como cualquier WorldTimer tradicional, se ajusta todo desde sus dos coronas, en este caso sin botones. La corona principal firmada con el símbolo de FARER sobre bronce que va ganando patina con el paso del tiempo para la hora, la fecha y el disco central. La secundaria (a las 10) para el disco exterior de las ciudades (zonas horarias).

En este caso, aunque no encontramos la limpieza gráfica del Nomos, transmite esa sensación de reloj hecho para moverse, para usarse, para estar en la muñeca durante un vuelo largo o una reunión con cinco husos distintos en juego. Además, estamos ante un precio realmente atractivo de 1.690€.

Dos relojes, dos filosofías de worldtimer

Ambos relojes comparten una idea común, conectarnos con el resto del mundo, pero lo hacen de modos muy distintos. El Nomos apuesta más por la elegancia, la interpretación minimalista y está más pensado para el globetrotter empedernido. El Farer, por su parte, abraza la idea clásica del worldtimer como herramienta de conexión global, con una ejecución más visual y dinámica.

Curiosamente, los dos utilizan el azul como base, pero lo interpretan de forma radicalmente distinta. El Campus es algo más sobrio y racional. El Roche es vibrante y luminoso, casi lúdico.

Ambas propuestas son brillantes así que la elección entre uno u otro depende de tus preferencias a nivel de diseño y del tipo de uso que tengas en mente. Si necesitas ver de un vistazo la hora en varias ciudades al mismo tiempo (porque trabajas con equipos en distintos países o simplemente tienes alma de controlador aéreo) el Farer tiene más sentido por funcionalidad. Si lo tuyo es viajar con frecuencia y prefieres no andar cambiando la hora cada vez que aterrizas, el Nomos te lo pone fácil con su sistema intuitivo y limpio. En resumen, dos formas distintas pero maravillosas de entender lo global.

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