A propósito del Land-Dweller: Odiar a Rolex es parte del proceso

Hasta hace no mucho, odiaba el Toyota Land Cruiser. En mi ciudad, abundan quienes las compran por razones que poco tienen que ver con su robustez mecánica o sus capacidades todoterreno. Son pocos los que realmente aprecian la maravilla de ingeniería que representan, y muchos los que, pensando que “porque es caro y vistoso, es bueno”, condenan a una de las mejores máquinas off-road de la historia a una vida de aburrido pavimento y deleznable ostentación.

Además, durante mucho tiempo, Toyota fue símbolo de ciertos personajes que dieron origen al estigma imborrable que desde los 80’s, llevamos a cuestas los colombianos. Para muchos, ver una Land Cruiser evoca una especie de pecado original con el que se nace en el país del café.

En el marco de los nuevos lanzamientos de Rolex, me he puesto a pensar que sus relojes son un poco el Land Cruiser de la relojería: máquinas tan robustas como lujosas, resistentes al paso del tiempo, compradas demasiadas veces por las razones equivocadas —al menos desde la mirada de quienes amamos la horología—, despreciadas por algunos y veneradas por otros.

Para un aficionado a los relojes, la línea que separa al que odia de quien admira a Rolex suele ser el tiempo. Porque en algún momento, el desprecio se desvanece y permite ver que detrás de tantos dueños sin conocimientos relojeros, hay piezas incomprendidas, cuya cronología y aportes no pueden ser ignorados.

Rolex es una marca joven en términos relojeros, pero eso no significa que carezca de historia. Más allá de su relativa juventud, ha marcado la pauta de lo que todas las marcas quisieran ser. Prácticamente inventaron los relojes a prueba de agua, hicieron viable el primer reloj automático comercial, crearon el reloj de buceo más exitoso de todos los tiempos (y según algunos, también el primero), popularizaron los GMT y fabricaron el cronógrafo más codiciado del mundo.

Al igual que por Toyota, yo también sentí aversión por Rolex. Pero el tiempo me enseño que ni una ni otra tienen la culpa de algunos de sus dueños. Y a la larga, estos, tampoco deberían ser juzgados: Cada quien escoge su reloj o su automóvil según sus gustos, historia, necesidades y capacidades.

Quizá quienes saben poco de sus Rolex —y en general de sus relojes— los disfrutarían más si investigaran un poco. Y aquellos que no los aprecian, tal vez solo necesiten tiempo para descubrir lo que los hace especiales. Mientras tanto, quienes hoy los gozan y los desean solo sonríen, porque probablemente ya dieron por superada su casi reglamentaria etapa de odiadores.

Un Watch and Wonders que aumenta las pulsaciones

En una industria donde la tradición es el mayor activo, las reediciones son la norma y un camino seguro para quien rara vez se arriesga. Este “nuevo” Land-Dweller me parece un paso acertado: se aleja con sutileza de la clásica caja Oyster Perpetual, y al mismo tiempo, puede ser una forma elegante  y discreta de preguntarle al público si estarían dispuestos a aceptar un futuro Oysterquartz.

A mí, el de platino me gusta. Por fortuna no está entre mis favoritos de la marca, pues también está fuera de mi presupuesto, pero me agrada ver a los de la corona moviendo sus propias piezas en el tablero que ellos mismos inventaron.

Sin embargo, me reafirmo en público de lo que ya he discutido en privado: Se debería hablar más del nuevo movimiento. Ahí es donde Rolex realmente sube un escalón frente a otras marcas. Este será, sin duda, un nuevo pilar en su estrategia: convertir los 5 Hz en su nuevo estandarte, una característica que ni Zenith ni Grand Seiko hicieron altamente deseable. A partir de ahora y gracias a Rolex, cada latido cuenta.

Si con el Land-Dweller salieron fuertes a la cancha, con el movimiento 7135 están reescribiendo algunas de sus propias reglas. Solo hay que ver que de un simple acero 904L lograron construir un argumento de venta, no dudo que pronto seremos alcanzados por el tsunami comercial que provocarán con esta revolución en la que el high-beat latirá a ritmo de escapes Dynapulse.


P.D.

Los admiradores de los Minions deben estar de fiesta con el nuevo Cartier Tank à Guichets de oro amarillo. Yo paso.

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